IX (14/11)

Un abuelo y su nieta toman mates al aire libre cada vez que ella va de visita. Se juntan en la entrada de la casa, cerca del cantero repleto de plantas y flores enmarañadas. Entre estas hay una que también recibe una especial visita.
Hay tanta belleza en esas escasas horas de sol....
El colibrí que todas las tardes, entre las seis y las siete se posa en la planta de lavanda, arribó hoy. Qué magnífico, qué constancia... el ave hace su aparición, batiendo sus alas a la máxima velocidad posible, haciendo pequeños dibujos en el aire. Cada tanto se posa y podemos apreciar por apenas tres segundos, quizás menos, su extrema quietud. De un verde casi esmeralda, con un brillo particular, el pequeño se desplaza, suele picar ocho flores estratégicas. Son las más fáciles de alcanzar y al mismo tiempo las más ricas en alimento.
A veces me pregunto si el ave aparece todos los días o sólo va cuando sabe que alguien podrá disfrutar del espectáculo que brinda. O qué hace cuando llueve, pues nadie sale a tomar mates a la puerta, o cuando hace frío. A veces pasa mucho tiempo entre visita y visita también, eso hace suponer que el ave aparece todos los días sin importar que el anciano y la muchacha estén presentes o no, o bien, que tenga una fuente de alimento alternativa. Tal vez no es tan relevante eso.
Lo importante es lo que sucedió hoy, entre las seis y las siete de la tarde mientras esta pequeña parte de la familia tomaba mates (dulces, como al abuelo le gustan). La muchacha divisó al pequeño rápidamente, se sorprendió y enseguida se llenó de una inmensa sensación de felicidad. Ella no lo estaba esperando, pues no había tenido tiempo para ponerse a pensar en él. Al verlo simplemente recordó que en sus anteriores visitas al abuelo había sucedido todo de la misma manera y se había decidido a escribir sobre el interesante fenómeno en cuanto supiera cómo organizar las ideas en su mente. Se quedó pensando durante mucho tiempo, pues una de sus ocurrencias era fantástica. Luego de hacerse ciertas preguntas que no pudo responderse, la magnitud de su incertidumbre la llevó a plantearse algo hermoso y sin sentido. Sintió que su presencia y la del ave eran dependientes una de la otra, cierta conexión los unía y los convertía en un mismo ser, sin importar sus extremas y obvias diferencias, pues lo más importante era una única coincidencia...
Cuánta belleza hay en esas tardes, en esas pocas horas de sol.




(intento de cuento corto)

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